En los últimos años y mucho antes que esta pandemia nos obligara a estarnos quietos, ya me había gustado explorar muchas otras formas de viajar sin tener porqué comprar un billete de avión ni reservar alojamiento. Los libros y el cine siempre han estado ahí para complementar mi experiencia del viaje. Nunca faltaron los momentos para recordar un destino, ya que me gusta cocinar en casa con aquella mezcla de especias- masala- que me traje del sudeste asiatico o aquel picante mexicano que de tanto que pica no puedo invitar a nadie a comer. Pero cada vez que vuelvo a encontrarme con esos sabores, sonidos e imágenes de lugares por donde pasé, me teletransporto y vuelvo a la ruta, a la sensación de libertad. Se trata de los sentidos, esas cualidades que poseemos los seres vivos y a las que estamos tan acostumbrados, que hemos dejado de verlas como lo que realmente son: instrumentos mágicos. Los libros y el cine alimentan mi vista, la música el oído y la comida el gusto.
Hace poco, me dio por comprar un pack de velas aromáticas de decoración para darle ambiente a casa. Nunca pensé hasta que encendí una y su tremendo aroma entró por mi nariz que lo que me faltaba era cubrir el sentido del olfato. Y ni imaginaba el tremendo viajazo que me estaba por llegar.
En este momento estoy leyendo un libro precioso llamado “Peregrinos de la belleza. Viajeros por Italia y Grecia” y como una de las velas, Andreia, hace referencia a Grecia justamente, la encendí y seguí mi lectura. Inmediatamente la habitación se llenó de un aroma fresco pero entrañablemente antiguo a la vez. Y me sumergí en la lectura mientras ese olor me iba elevando del sofá para arrastrarme del Partenón a Mikonos. Realmente fue una experiencia brutal. No sé si son las ganas acumuladas por viajar debido a la pandemia, lo cierto es que te puedo asegurar que volví a Grecia, y esa vela tuvo mucho que ver.
Confieso que me he viciado y que desde entonces no quiero más que viajar así, a la manera en que el “Turismo experimental” propone recrear, crear y procrear situaciones experimentales. Por eso no pudo gustarme más la campaña de San Valentín que Decoragloba – donde compré las velas- está proponiendo. De hecho, ellos han ido mucho más allá. Proponen ponerlo absolutamente todo junto. Sí, todo junto: gusto, olfato, oído y vista con el objetivo de hacer esa escapadita romántica que tanto apetece en pareja por San Valentín, pero claro…este año sin salir de casa. Proponen tres destinos: viaje a japón, a Grecia y viaje a África. Tienen un menú especial con la gastronomía propia de cada lugar, además han elaborado unas listas de música para deleite de tus oídos que te transporta literalmente al sonido propio de cada paraje, y por supuesto sus velas mágicas con la fragancia que evoca cada sitio propuesto. De esta manera, quedarse en casa este año sin ese viaje que tanto apetecía no se hace tan triste. Es hora de poner la creatividad en marcha y como dice el refrán “Si Mahoma no va a la montaña, la montaña va a Mahoma”. Si no podemos ir al destino, traigamos los destinos a casa.
Lo que me parece genial de esta campaña, es que es una idea que puedes llevar a cabo en el día del año que quieras, las veces que quieras, sola, en pareja, en familia, con amigos o con tu perro. Joël Henry, padre del turismo experimental estaría muy orgulloso de esta idea extraordinaria.