Un día, paseando por Nápoles, me quedé clavada y boquiabierta en la calle. En mitad de aquel caos y ruido típco napolitano, tatuado en una esquina cualquiera, había lo que parecía ser un auténtico Banksy.
Vengo de Berlín, donde realizo en mi compañía de tours privados , el llamado Tour Alternativo, donde todo el mundo me pregunta ansioso si es posible que quede algún Banksy «vivo»en la ciudad. Mi respuesta es categórica y negativa, se los han llevado todos. Se han llegado a picar fachadas de casa y locales, para arrancar de cuajo el trozo de pared o ladrillo donde se encontraba alguna de las plantillas de este «famoso» artista urbano. Digo famoso, entre comillas, porque no se conoce a ciencia cierta su cara y el misterio -inducido por él mismo- es parte de su historia. Si no saben nada de este personaje, ya están tardando, les recomiendo el documental: Exit throught the gift shop, del que se dice que dirigió él mismo, sobre sí mismo, para seguir dando alas a este misterio: el automisterio, selfmistery en inglé. 🙂
Quizá de lo más llamativo de esta historia, es que él siga pintando en zonas públicas, cuando sus obras se cotizan por miles y miles de libras o dolares en las principales casas de subastas., con lo que se presta a la caza del ladrillo Banksy y sus robos sonados.
Este «Banksy», que representa una escena religiosa -muy acorde con el espíritu de la ciudad napolitana- aunque no esté firmado, lleva su nombre claramente. El dueño de la tienda de antigüedades nos aseguró que luego el «tipo» le hizo el mismo dibujo en una tabla de madera, que nos enseñó pero no me creí. Quien sabe…
Una de las cosas que más me sorprendió fue la proliferación de arte urbano de calidad, fino y elegante, que salpica toda la ciudad. Si quieres saber más, pincha en: Apuntes sobre arte urbano en Nápoles.
Buenos días, buenas tardes, buenas noches.
Viajad viajad malditos.
Sonsoles Lozano.