San Blas Panama . Guna Yala_Langostas frescas y cocos dulces. (II)

Viene de la primera parte:  San Blas Panama . Kuna Yala _ Llegada accidentada al paraíso. (I)

A la mañana siguiente ya estaba Chiqui, nuestro barquero, esperándonos en el embarcadero con su lanchita, para salir a recorrer algunas islas de alrededor, y así continuar la exploración por San Blas Panama .

Gigi, Sarah y Mariana volvían a la tarde a Panamá city, así que era el último día en tan interesante compañía.

Lo llaman Chiqui, y ya sabéis porqué.

A estas alturas me había ido dando cuenta de como lo organizan aquí. Kuna Yala es caro porque cada familia gestiona su propia isla, y cobra por la entrada a cada una de ellas. Las lanchas también trabajan de forma independientes y en ningún caso son los panameños o extranjeros los que pueden armar aquí su negocio, tan solo los miembros de la comunidad. 

El concepto «pack» turístico no lo tienen desarrollado, y en realidad está muy bien. De esta manera, se sigue manteniendo un aire familiar y manejable, y se evita que se termine convirtiendo en un lugar de peregrinación turística.  Con los panameños en familia, que invaden las islas durante los fines de semana cargados con sus «coolers» y ruidosos aparatos de música, ya es suficiente.

Es tan casera su forma de funcionar, que aun siendo una copia de las islas Fiji en cuanto a paisaje, no es uno de los destinos internacionales por excelencia, ¡menos mal!. Tampoco es el lugar ideal para mochileros, hace falta un empujoncito de más al bolsillo. Las opciones son: sota, caballo y rey.

Ese día visitamos la Isla Perro, muy conocida por poder hacer snorquel alrededor de un barco hundido. De hecho es de las experiencias más increíbles, no podía dar crédito al mundo de colores y diseños de peces alucinantes, que se presentaba bajo el agua nada más sumergir las gafas. Mis ojos dolían de tanto maravillarse,  me hubiese pasado días y días explorando los alrededores de ese barco hundido y sus curiosos habitantes. En Isla Perro, no se puede acampar, es solo una isla para pasar el día y comer…la única especialidad de la casa. Como cada isla, esta la gestiona una familia que, en este caso, vive del alquiler de las gafas de buceo y de servir langosta fresca. Y cuando digo fresca, es fresca fresca, porque las cosas buenas, buenas de verdad hay que repetirlas dos veces: fresca, fresca, piel, piel, bueno bueno.  Nunca pensé es que fuese dicho y hecho: eliges el tamaño, se meten en el agua al momento, te la cazan y la sacan aun chasqueando la cola.  Tengo ese sonido instalado en mis oídos, cierro los ojos y aun puedo escucharla.

Mira que por atrás viene otra.

Mariana, Gigi y la langostada.

No te creas que le estaba haciendo mucha gracia a la mujer que estuviera allí con una cámara en la mano. No hablan mucho, pero su gesto ya me lo decía todo. Así que una rapidita y me vuelvo a la orilla.

Y de postre: agua de coco. Debo admitir que nunca la había probado, y que tanto el coco, como lo que llaman agua de pipa, me fascinaron. Durante todo mi viaje a Panamá y Costa Rica, me convertí en una «cocoinómana» sin remedio. Además dicen que viene muy bien para el estómago, la digestión, etc…

La curiosidad de los niños everywhere.

En esta foto, se ven las pulseras- una tira larguísima de bolas de colores que con paciencia se enrolla en brazos y piernas hasta que los cubre casi por completo-, también se ve las «molas»- trozos de telas de colores y tejido a mano, con diseños imposibles y exclusivos; y el típico pañuelo en la cabeza, siempre caído y sin atar, que andan acomodándose todo el rato, como si el trapo sufriera también  de esa pereza crónica que lo inunda todo en el Caribe. Con esta foto en particular hubo una coincidencia maravillosa. La colgué en Instagram y una chica llamada Jennifer Barnet escribió: «¡Waoo no puedo creer ver a mi tía en Instagram! :)»  Maravilla de los tiempos modernos 😉

Me resultó un poco raro ver un gato viviendo en una isla. Por raspas de pescado no será, eso sí. 

Eso que lleva la niña de atrás es un coche teledirigido, que al no ser todo terreno no tenía nada que hacer en la arena. ¿Pero no es acaso justamente eso el juego?. Ellos lo saben bien, acostumbrados a disfrutar con no tanto.

Tras la comilona, Chiqui quería llevarnos a ver lo que llaman » la piscina». Así que barca de nuevo y a surcar los mares del Caribe. 

En este paseo hubo momentos como este:

– ¿Cuando vuelves a L.A Gigi?, le pregunté.

– Dejo Panamá el lunes. Pero viajo primero a Washington para reunirme con Herbie porque tenemos a la noche una recepción en la Casa Blanca con Obama- me contestó.

 No sé que cara puse, pero debió ser un poema. No me pidan más, soy una humilde mortal.

Lo que llaman «la piscina» es un montículo de arena, tan minúsculo en mitad del océano, que no llega a ser isla. Es como un oasis en el desierto, pero justamente al revés.

No creo que vuelva a ver un agua tan irreal y transparente en toda mi vida. 

Fotito de grupo y de rigor. 

Cuando algunas personas dicen, frente a estas «tus» fotos: -«Y tu no sales?!»-.

– «Estar es mejor que salir. Estar estoy, agarrando la cámara. Hasta ahora la ciencia no ha podido comprobar que una estrella de mar tenga habilidades para tomar una fotografía.»- 😉 

Chiqui se puso a enseñarnos estrellas de mar. Tampoco había tenido nunca una respirando en mi mano y es una sensación muy peculiar sentir como sus bordes se arrugan y estiran. No se pueden tener mucho tiempo fuera, se stressan las pobres, así que rápidamente las pusimos de nuevo en la arena. Y una vez cubiertas por el agua, ves claramente como se relajan. Mas majas…

Y luego Chiqui decidió pasar de todo y echarse una siesta.

Al volver a Isla Porvenir, mi estómago rugía porque amigos, la langosta es un manjar de los dioses, pero lo que se dice llenar, no llena. Estaba empeñada en probar el plato típico que comen los kunas en su día a día cotidiano: tulemasi. Una sopa con leche de coco que extraen manualmente, pescado ahumado, plátano macho y yuca.

Tengo que admitir que mis ganas de probar siempre las comidas locales, y la manga ancha de mi paladar a veces me juega malas pasadas, como en esta ocasión. Lo pedí con entusiasmo y sin saber muy bien de que iba la cosa. Cuando descubrí el ahumado ya vino la decepción, y cuando empecé a comer, a pesar de todo, supe que había sido un error. El Tulemasi no me gustó nada de nada. Pero hay que probar siempre todo para decidir.

Tras este episodio, intercambio de mails y una invitación de Gigi a su casa de México en caso de pasar por allí- que no pienso desaprovechar si se da la circunstancia-, nos embarcamos de regreso. 

A partir de ahí se me acabó la compañía, el trabajo de traducción, alojamiento, langosta y aranceles gratuitos, y comenzaba realmente mi propia aventura allí.

Un indio Guna que conocí en la ciudad de Panamá me dio el contacto de su hermano Evelio en la isla de Cartí, puerto de llegada de las mercancías al archipiélago, y puerto de salida de cargueros hacía Colombia. 

Es una de las islas más pobladas, con escuela, casa de socorro, alguna tienda, y mucha, muchísima mierda.
Me dijo que Evelio me ayudaría y me contaría todas las curiosidades que tuviese sobre los kunas. Lo que no me diría es que Cartí es, posiblemente, uno de los sitios mas sórdidos del planeta…

Sigue en San Blas Panama . Kuna Yala _ Extremos (III)

Datos de interés de San Blas Panama .

Duración: entre Panama city y Kuna Yala, 3 hr. en coche.

Precio: Lo que me ofrecían eran unos 80 $, que incluye el coche de ida y vuelta de Panama a Kuna Yala, el arancel de entrada, y algo de un impuesto de gasolina. Transporte en lancha aparte, que de hecho suele salir lo mas caro.
Pero…siempre hablando con la gente, y sin miedo al regateo, se puede conseguir que por unos 50$ además de todo eso, te lleven en lancha.
Si quieres que te pase mi contacto directo, escríbeme.
La entrada a cada isla se paga de manera individual: 1$

Alojamiento: 5 $ por acampar, 15/ 30 $ cabañas. Normalmente incluyendo todas las instalaciones que hay en cada isla.

Vocabulario guna-castellano

Chichi: negro  ( Voy a evitar el chiste fácil)

Eye: sí

Buenas noches viajeros.

Continuación de la aventura en Viaje a Kuna Yala_ Extremos.

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Son.

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