En la Casa de la Emancipación en Trujillo, en Perú, se pueden ver exposiciones de arte contemporáneo. Vi fotografías de denuncia social, esculturas en piedra sin ningún signo precolombino y pinturas de diferentes artistas peruanos, todas bien coloristas.
También vi un padre y un hijo recorriendo las salas. El padre se paraba frente a cada obra sin saltarse ni una, señalaba con el dedo, y el hijo recitaba título y nombre del autor. Como un ritual o ceremonia conocida, el movimiento, el gesto se repetía en todos y cada uno de los cuadros.
Y frente a cada una de las obras, el padre -tierno- sonríe, mientras su mirada oblicua acaricia el rostro de su hijo. Y yo no sé si por lo mucho que le gustan los cuadros o por la pura satisfacción de escuchar a su hijo llegar donde él nunca llegó. Intuyo que lo segundo….
El color de su piel morena, quemada por el sol, y la callosidad de sus manos, delatan como el trabajo- el duro de verdad- ,nunca le dejó tiempo para aprender a leer.