Viene de la entrada «Paracas, entre el desierto y el Pacífico»
———————————————————————————-
Nuestro siguiente destino era Arequipa, y teníamos un largo viaje de 12 horas en bus. Pero este bus nocturno saldría desde Ica, centro neurálgico de transporte y del pisco. Así que allí nos dirigimos desde Paracas, haciendo el recorrido a la inversa: taxi o combi desde Paracas al cruce de Pisco, y desde allí 1,30 hr en bus hasta Ica.
En el trayecto vimos un poco mas del paisaje de la costa, ese inmenso arenal junto al mar, lleno de cercados en el terreno donde no había absolutamente nada, mas que un cartel advirtiendo que aquello tenía dueño. Terrenos muertos sin signo alguno de proyectos futuros…pero eso si, privados. Arena y alambre.
Lo mas divertido en ese trecho fue ver unas bodegas de vino, en cuya fachada había un slogan: «Mientras las uvas sigan llorando, yo beberé sus lágrimas». Una manera muy poética y elegante de reafirmar el propio alcoholismo. Me gusta, me gusta. 🙂
Llegamos a la ciudad y tras elegir la compañía de bus que nos llevaría a Arequipa en la noche, y tras haber dejado nuestro equipaje en la estación para ir mas cómodas, nos dispusimos a andar aquella ciudad las horas que teníamos por delante. Hacía un calor considerable ya a las 10 de la mañana, el sol pegaba de plomo en cenital, así que cuando descubrimos este garito, con su luz filtrándose al interior por un tragaluz fue como una llamada salvaje invitándonos a entrar.
Aquí estuvimos unas horas de buena mañana bebiendo cervezas tamaño alemán, y hablando con un peruano que había vivido 13 años en Barcelona y que nos ayudaba a seguir emborrachándonos invitándonos a otra. Luego llegó Aaron con su madre embarazada. Un niño de unos 10 años muy espabilado con una asombrosa capacidad de debate y argumentación. Una tremenda personalidad que a la pregunta «¿ Tu a que te quieres dedicar de mayor?», te respondía sin vacilaciones: modelo o terrorista. ¡Ja!
Polvo, claxons sin control, pisquerías y un sinfín de iglesias, este es mi resumen en 4 etiquetas sobre Ica.
Moto taxis, un ícono de la cultura peruana.
Moto taxi con iglesia al fondo, dos en uno.
La relación que los peruanos tienen con el pito, claxon, bocina de sus coches merecería un estudio aparte. No sé si serían sociólogos, politólogos, historiadores, antropólogos o directamente psiquiatras lo en cargados de llevar a cabo este estudio, pero lo que es seguro es que una relación enfermiza, obsesiva y compulsiva los ata a este instrumento de tortura acústica. Sin discriminación de modelo, color, tamaño y uso, sin importar si se trata de transporte público o coche particular, el pi pi pi incesante, impersonal y taladrante sigue su curso.
Ahora que a esta Doña nada le quita el sueño 😉
De pronto nos cruzamos con dos procesiones: una a la manera mas española y tradicional, la herencia se desborda. Cristo a cuesta llevado por costaleros, banda de música, etc… Y la de atrás es un entierro donde se pasea el féretro por las calles acompañado de una música de lo más alegre, algo que nos chocó mucho. Había leído mucho sobre la mezcla del ritual católico impuesto junto a la conquista, y la alegría pagana que caracterizan los rituales indígenas…bien pues esta fue la primera manifestación que viví sobre esto. La muerte como un motivo de alegría y a celebrar es muy popular en México, pues aquí también hay algo de eso…prometo que la música era charanga y verbena a tope. Desde luego que entre esta música y las clásicas plañideras españolas, hay un trecho.
Aunque no nos atraía mucho probar el pisco, ya que somos mas de vinito y cervecitas, estábamos en la tierra por excelencia y no pudimos pasarlo por alto. Compramos una botellita pequeña que nos duró hasta el final del viaje, después de hacer muchas preguntas.
Vendedora de pisco aburrida de nuestras preguntas, amargaita está.
Encontramos un sitio de menu a 6 soles ( 1,60 Eur) con dos platos: ocopa arequipeña y pescado a la chorillana, junto a una chicha (bebida dulce de diferentes sabores). Y seguimos caminando por la tarde, haciendo tiempo hasta las ocho, hora en que nuestro bus salía hasta Arequipa.
Patio y claustro de la Universidad de Ica.
Compadres, vendedores de algo, vacilándonos en una esquina.
Pensábamos que era una comunión por la edad de los disfrazados y porque la cosa era comunal, pero no…era un bautizo colectivo…
Los abuelos sentados en los bancos siempre dan ternurita, ¿no?
Una profesión en Perú es irte a la plaza de tu pueblo los domingos y fiestas de guardar, con tu cámara amateur y una máquina de impresión portatil…sacar fotos a las familias, parejitas, niños, etc…¡y a forrarse!
Entramos en una iglesia mientras se celebraba misa, asombroso la cantidad de gente que había.
Me llamó la atención esta vidriera con el santo tocando el violín y un indio arrodillado al lado. Se trata de Francisco Solano, fraile franciscano ( que verso) enviado a Perú a predicar, y al estilo flautista de Amelín, pero con violín, parece ser que evangelizó de buen rollo a muchos nativos.
Santo siendo interrogado por una farola.
Datos de interés:
Bus Pisco_ Ica: 4 soles, 1:30 hr.
Comer en Ica: menú en sitio local a 6 soles.
La experiencia narrada por turistas intrépidos y con gran espectativas de encontrar lo que comunmente suele ocurrir el día a día de una población emergente con diversidad de culturas propias de un Pais que pasó por situaciones coyunturales que fueron impulzadoras de nuevas formas de transporte con bajo costo, llamadas (moto taxi), que no solo Ica cuenta con ese servicio, es a nivel Nacional. y bueno el comentario nos lleva a refleccionar que todo ese espéctaculo cotidiano percibido por nuestros visitantes y la contaminación sonora que irrumpe con todas las percepciones naturales de un deseoso visitante, que tiene que soportar tal maltrato.Cambiemos e impulsemos un turismo coherente y sano involucrando autoridades y población en conjunto para exponer lo nuestro como debe ser y estar al nivel de otros Paises que tambien pasarón por esto y hoy en día pueden disfrutar de un País adecuado para ser visitado…..
…..
El problema del tráfico y la educación vial debería ser vital a tratar super urgente en toda latinoamérica. No solo en relación al turismo, empezando por la relación con sus propios conciudadanos. Yo confio en ese gran continente! 🙂