Memorandum de viaje_ El Perú 2014.
Chivay es el pueblo de entrada al Cañón del Colca en Perú, donde bajamos a pie hasta sus entrañas. Son 3.200 mt de profundidad, que es como subir a Sierra Nevada pero «pabajo». El dolor de gemelos más grande de mi vida, cargados por horas de bajada, lo ha contemplado esta grieta de la tierra peruana.
Camino de Chivay está el mirador «Cruz del Condor», donde habita una colonia de estos animales y es uno de los más increíbles del mundo para observarlos. Un local que pasaba por allí, nos contó que los condores son monógamos, que se enamoran de una sola pareja y jamás se abandonan. También nos dijo que cuando uno de los dos muere, el otro se retira solitario a un lugar mucho más alto a esperar la muerte e incluso que se suicida tirándose él mismo en picado sobre las rocas. No he querido nunca contrastar esta información porque me pareció tan bonita la historia que ¿para que romper la magia?
Pero además de condores, también tienen a Juanita, una momia inca descubierta muy recientemente ( 1995) y consevada de bien como ninguna en el mundo. De hecho, la National Geographic Society, en Washington quiso hacerse con ella permanentemente por su enorme valor. Pero no, Juanita finalmente permanece donde de be estar, en sus Andes. Concretamente está en el Museo Santuario de Altura del Sur Andino de Arequipa, ciudad bellísima cuna de Vargas Llosa.Es muy común que en esa zona, a modo de abrigo en las camas, no existan edredones nórdicos de plumas, sino mantas de lana de alpaca tejidas muy compactas. El resultado es que pesan muchísimo y calientan como un horno. Cada noche, cuando nos metiamos en la cama y nos poniamos las 4 mantas una encima de otra, quedábamos sepultadas por el peso de la lana, totalmente inmovilizadas. Nos sentiamos las hermanas de Juanita, totalmente momificadas bajo aquel peso y calor, y nos entraba la risa tonta por horas.
También allí, en el pequeño y polvoriento mercado de Chivay, me compré ese maravilloso sombrero cuatrero. Tengo la costumbre de coleccionar sombreros típicos de cada sitio que voy. Puedo pasar horas en mercadillos y preguntando de tienda en tienda, de puesto en puesto, de local en local, hasta dar con EL sobrero. Además, mi cabeza es pequeña, así que la búsqueda se suele complicar. Lo divertido, lo interesante y lo que me llevo siempre son esas vuelta y revueltas para dar con el tesoro. Pero entre que soy una regalona y que en el fragor del momento también suelo despistarme y dejar cosas por ahí olvidadas, pues pasa lo que pasa. Esta maravilla de gorro me lo dejé en un bus algunos días después llegando a alguna parte del valle Sagrado ( Maras-Moray creo recordar).
Mi colección jamás estará completa pero los huecos que dejaron los olvidos, siempre tendrán más historias que contar que los sombreros presentes.