Una excursión rápida de Alemania a República Checa. Dos dias en Praga.

En pleno verano berlinés, cuando mi trabajo como guía de turismo en Berlin con Son Tours es mayor, necesité un respiro y me pegué un salto al país vecino, fui a pasar dos días en Praga, ciudad que todavía no conocía. Ya saben cosas de esta maldición viajera que no nos deja respirar.

Antes de seguir, si eres viajero y tienes cierta flexibilidad para mover fechas de viajes, no vayas a Praga en verano. Así de claro lo digo, es insoportable. Nunca me voy a arrepentir lo suficiente por haber visitado tan bella ciudad en pleno agosto, pero es que no podía más, necesitaba salir.

He estado en muchos lugares tomadas por turistas: Cuzco, Egipto, pero en ninguna la sensación de saqueo y desgaste me ha parecido tan horrible como en Praga. Bueno si, Barcelona. ¿ Cuantas personas a la vez, pueden matematicamente caber en Staré Město, la ciudad vieja?, ¿ Cuantas almas pueden caminar, encajadas cual tetris humano, por sus estrechos callejones?. Pueden y de hecho caben muchas, tantas como mis ganas de tirarlas de una a una al río Moldava cuando pasé por el Puente Carlos. No vayan a Praga en agosto. Vayan en invierno, como corresponde visitar una ciudad donde nieva. Ahí van a encontrar el alma de la ciudad, ahí se van a dar de cara con su auténtica naturaleza. ¿ Acaso alquien cree que Kafka pudo escribir libros como La metamorfosis o El proceso mientras disfrutaba de una dulce sandía al sol? Para escribir algo así hay que tener frío, por dentro y por fuera, e inspirarse en la blancura de la nieve, tan bella como despiadada. Bueno y aparte de eso: Kafka era judío, y eso también influye.

Encontré una oferta estival de tren ,ida y vuelta desde Berlin por 70 € , cinco horas de trayecto. Y con lo que me gusta a mí un tren, lo pillé sin pensar en nada más. En la mayor parte del recorrido, el paisaje discurre paralelo al rio Elba, y eso solamente ya es poesía. Puedo asegurar que fueron las horas más relajantes de mi pequeño viaje, pues Praga me agotó mentalmente en tiempo record.

Ya me habían comentado que la gran mayoría de ofertas de hospedaje era en la ciudad vieja, muy ruidosa a la noche, así que me decanté por un lugar que no me cansaré de recomendar, fuera de Staré Město, se llama Miss Sophie,s y se encuentra a unos 15 minutos andando del centro. Como no soy de darle publicidad a nadie por la face, no me extenderé más, pero si confian en mi criterio de limpieza, funcionalidad, silencio y amor a los detalles, este es el lugar en Praga.

Ya era casi medio día, así que dejé la mochilita, me refresqué y salí a pasear, como casi siempre sin guía, sin brujula, sin rumbo ni prisas, tan solo mi cámara y yo.

En cuanto llegué a la zona conocida como Staré Město, el casco viejo, me di cuenta del error que comentaba al principio de la entrada: Praga no tiene capacidad ni estómago para semejante violación de su belleza.

Tras peregrinar por los primeros callejones empujada por la inercia de la masa, llegué a un espacio más abierto que resultó ser la Plaza del casco viejo, un espacio cuadrado y muy espacioso donde se encuentra el ayuntamiento y donde una gran multitud miraba al cielo embelesada…

Yo que soy mucho de llevar la contraria, en lugar de mirar ( eché un vistazo porque la curiosidad me mata, pero de reojo) me dediqué a fotografiar a la masa, porque ellos eran realmente el espectáculo.

¿Es un pájaro….?

¿Es un avión….?

No, ¡es el famoso reloj astronómico de Praga!

Aquí les dejo un video de lo que sucede a cada hora en punto para que entiendan porque a este chico de arriba se le quede esta cara. 🙂

Esta maravilla medieval ( funcionando «non stop» desde el año 1490) consta de tres partes: el reloj propiamente dicho, el calendario de Josef Manes y el desfile de las figuras de los doce apóstoles, que van asomándose a las ventanas gracias a un mecanismo circular en el interior de la torre.

Para terminar cuatro figuras, debería decir alegorías, flanquean el reloj: La vanidad, con un hombre que se mira a un espejo. La avaricia, representado por un judío con una bolsa de oro en la mano. La muerte, y su tintineo matando el tiempo y finalmente la lujuria, en la figura de un príncipe turco que toca una mandolina.

En fin, un show que merece ser visto, sin lugar a dudas. Duda no cabe mas que nada porque ya hemos dicho que el casco viejo estaba colapsado de turistas. Pobre duda que no lo vio.

Seguí caminando y me dirigí a la parte de Staré Město que llaman Josefov: el barrio judío. Donde estuvo uno de los mayores guettos judíos, hoy solo quedan varias sinagogas, el cementerio y el ayuntamiento.

Me dirigí al cementerio donde quería ver  ese escenario propio de una película de Tim Burton y la inspiracion estética de Peter Eisenman para diseñar el memorial del holocausto en Berlín. Quería ver ese lugar donde el efecto del rio Moldava ha originado durante años corrimientos de tierra, originando que las tumbas se encorven y entrechoquen unas con otras creando un decorado genuinamente gótico. No me decepcionó, y tal como lo vi- en blanco y negro- ,os lo presento.

 

Después de esto me dediqué al callejeo sin rumbo, «flânerie» puro y duro,  de donde salieron este puñadito de imágenes inconexas

Y ahora viene la cuestión de los animalicos en las puertas, aunque luego -demasiado tarde para volver- supe que los motivos que aparecen en las fachadas de Praga se clasifican en cinco categorías: cuerpos celestes, plantas, animales, personas, productos de artesanía, patrones y santos, y motivos sacados de leyendas.  Yo en mi ignorancia y falta de tiempo, solo me fijé en los animales, bien bonito ellos.

Al parecer el cisne es uno de los elementos más clásicos y que representaba las casas de la nobleza. El Bamby que viene abajo no lo tengo tan claro.

Posteriormente he leido que entre los símbolos más extraños hay un pan con mantequilla y otro de un burro metido en una cuna. Solo por esto ya quiero volver a Praga.

Praga es esto que ven a continuación: esculturas exquisitas y cúpulas de un característico verde propio de la oxidación de una aleación especial del cobre.

 

Pero Praga también es esto: edificios destartalados de forma preferiblemente cuadrada, propios de la etapa comunista.

 

Creo que a partir de aquí guardé la cámara y me dediqué a beber unas magníficas cervezas checas, con mucha mejor fama que las alemanas…¡y ya es decir!.

Este primer día termina con una panorámica nocturna del famoso Puente Carlos, Karlův most en checo, el más viejito de Praga y que comunica la ciudad vieja con la ciudad pequeña. A la mañana siguiente me proponia cruzarlo para conocer la otra parte de la ciudad y acceder a la catedral de San Vito.

Me levanté lo más pronto posible, porque me gusta la luz del dia tempranero y para intentar sacar una foto como esta, sin gente. ¡Lo conseguí!

Crucé el puente y subí hasta hasta San Vito – que forma parte del conjunto artístico monumental del castillo de Praga- donde, un buen amigo que bien me conoce, me aseguró que vería las vidrieras más increibles que haya visto nunca. Me previnó de que el síndrome de Stendhal no solo podría asaltarme en el Museo del Prado, sino en esta catedral también, y no se equivocó.

Antes de entrar y caer desmayados ante ese alarde de diseño, os dejo dos fotos del exterior del castillo de Praga.

Mientras Lenin guía al pueblo- así a lo traquilo, sin espavientos stalinistas-,  un guardia real duerme su vigilancia. ¡Bien que hace oiga!, anda que no se le ve agustito, y total a los turistas ya los vigilan los guías.

Y entramos a San Vito, y se me abre la boca, se me llenan los ojos de aguita, el corazón no me lo siento y me entra un pequeño hormigueo en la punta de los dedos de las manos….viene el síndrome, ya lo conozco. ¡¡Wowwwww!!!

 

  

¿Como te quedas? Yo te lo digo: te has quedao muerta. Y esto es solo una muestra. La catedral está repleta de tantas vidriedras que me llegué  a preguntar si los capiteles, arquitrabes, fustes, contrafuertes, nervios y en fin, todos los elementos arquitectónicos que mantienen en pie un edificio, serían de piedra o de vidrio también. No tengo palabras.

Al bajar me desvié por unos caminos de tierra poco transitados, fue realmente un alivio respirar el mismo oxígenos que los árboles, alejarme de la masa y sentir de nuevo mi querido y necesario lebensraum- espacio vital en alemán-.

Cuando crucé de nuevo el puente de vuelta, estaba atardeciendo y aunque cortito sentía que el «entremés», estos dos días en Praga habían cundido bastante. Cansadica y contenta me volví a Berlín.

Viajad Viajad malditos!

Sonsoles Lozano.

Datos de interés:

Como llegar: Desde Berlin en tren tienes diferentes horario y precios. Hay que estar atento a las ofertas.

Alojamiento:  Yo me quedé en una habitación privada del hostal Miss Sophie,s por 45 €.  También tiene opción más económica de 15 € en dormitorios compartidos, así como la opción de apartamento entero por 60 €. Una de las mejores opciones donde he estado nunca.

Comer y beber: La cerveza checa es la mejor del mundo…y te lo digo yo que vivo en Alemania. Pídela de tiro, de barril, la de la casa vaya. Por medio litro y 30 coronas ( 1 €), puedes entretenerte un rato.

La gastronomía está muy basada en la carne de cerdo, así que si eres árabe o vegetariano lo llevas crudo. Bueno, llévalo crudo si eres vegano, menos mal que también son ellos muy de patatas, así que cualquiera de los anteriormente mencionados podrán sobrevicir sin problemas.

Entre 10€ y 20 € tienes toda una variedad de lugares para comer cada día.