Me despedí de Costa Rica y salí de San José en un «Tracopa» destino a Panamá. Eco Venao está en la península de Azuero e iba a pasar el finde año con algunas amigas panameñas que andaban por allá. Ya iba mentalizada para un sin fin de autobuses, trasbordos, transportar equipaje, enseñar pasaporte cada dos por tres, etc… En total: 5 buses, 1 Taxi, 32 horas y 30 dolares.
San José_ David_ Santiago-Chitre_Las Tablas-Pedasi_Eco venao. A medida que el viaje avanzaba, los autobuses se volvían mas bartos, mas pequeños, peor ventilados y mas incómodos. Pero a todo esto los viajeros lo llamamos «autentico»…
Algo que me llamó la atención es que en la frontera, en la que te hacen bajar para pasar la revisión de equipaje y cambiar de autobús, no te hacen pagar nada por la salida del pais, luego me enteré que tan solo si sales en avión. Otra particularidad que se da mucho en sudamérica es que a la entrada de casi cualquier pais tengas que presentar un billete de vuelta a tu origen.
Era de noche cuando llegué a David. El autobús te deja medio tirada en la carretera Panaméricana y tuve que tomar un taxi hasta la terminal. Este es uno de esos clásicos momentos viajando en el que te acuerdas de todos los consejos de tus padres desde pequeña: «ten cuidado donde te metes», «no vayas sola en la noche en un taxi» ( y menos en un país extranjero, con una mochila de 15 kl), etc…
Cuando llegamos a la terminal y vi la total oscuridad, montón de gente tirada, dormida por los rincones, gentes del campo rodeada de bartulos, con ojos cansados y desconfiados, y me di cuenta que aun me quedaban como 5 horas hasta poder tomar el siguiente autobús, me acordé también de lo agustito que se está en mi casa de Berlín.
Los viajes amigos no son solo las fotos que enseñamos sonrientes. La aventura es integral, y en ella hay cabida también para el agotamiento y la inquietud. Pero, ¿ no es justamente eso el «mejunje» de la cuestión?
Por fin regresó el dia y seguí el viaje. Una sucesión de billetes, ventanillas, cambios de balboas y dolares, autobuses que se iban internando en la provincia de los Santos abarrotados con niñas de vestidos chillones, vaqueros panameños, y mujeres con rulos en la cabeza.
Al saber que ya por fin llegaba, y empecé a ver desde el bus el sabor local, el cansancio se me fue pasando y comencé a tomar fotos.
Vida tranquila.

Con los rulos a la calle, que hay que ponerse guapa para llegar a reina de las polleras…;)


La hamaca, como la «cooler», es un elemento fundamental de la idioseincrasia panameña.
Detalles pequeños en forma de rincón, me transportaban continuamente a Cádiz, donde nací.
Y llegué a mi penúltimo destino, Las Tablas. Me faltaba el ultimo bus a Pedasil, y de ahí al lugar llamado Playa Venao. Me comía un toro de esos que veía desde el bus, así que nada mas bajar busqué un sitio donde comer algo. Pedí lo que se desayunara allí. Café, patacones (plátano macho frito), carne de ternera…Vamos, empezando fuerte.
Por otra parte la decoración del bar no tenía desperdicio… Objetos de colección pretendidamente auténticos, almanaques tan pasados de fecha como el teñido de la rubia que salía en su portada, maquinas de videojuegos ochenteras mezcladas con frases lapidarias. ¡Un museo vaya!
En el trabuco: «Fue propiedad del pirata Henry Morgan. Panamá, 1509».
Un clavo «traido de roma» ( supongo que será uno de los clavos de cristo…), y unos estribos «usados por Victoriano Lorenzo, 1832».
«Nada trajo al mundo. Nada llevará». Una profecia que le viene muy bien a la chica de la izquierda que lo que se dice llevar mucha ropa en el mundo no lleva, y como es del Caribe, tampoco mucha llevará.
Y luego me comí un «raspao» de limón en un puesto callejero.
De lo mas pintoresco, es como muchos hombres llevaban el sombrero típico, llamado «sombrero a la pedrá» por la forma de llevarlo. Desde luego la forma del alerón parece una pedrá que te hubiese estampao la visera en toda la frente.
Me contó un local que le pregunté en el bar mientras desayunaba, que desde antigüo había un lenguaje según la manera de acomodarse el sombrero y la pedrá. Me recordó al momento al lenguaje de los abanicos en España, claro que lo de los sombreros es, digamos, menos sutil.
Parece ser que la cosa funciona así:
El que usa el sombrero a la pedrá doblado atrás y adelante quiere decir que es un hombre guapo y «pelión».
El que se acomoda el sombrero a la pedrá adelante y bajo por atrás es un hombre mujeriego, dispuesto a lo que sea por una mujer.
Y los que se ponen los gorros pedrada atrás y agachados adelante, es señal obvia de que estamos ante un matón.
Ahí observé que el conductor del autobús en la parada, en la calle, estaba de ligoteo (pedrá en la frente), y cuando subió al autobús se quedó sin pedrá ni atrás ni alante, lo cual interpreté como: «pos ná, que ya se ma bajao el calentón».

Pedrada normalizada.
Aún tuve que tomar un taxi para hacer el útimo tramo, ya que no pasaría ningún autobús más en todo el día. El destino final era Eco Venao un lugar de reforestación y hospedaje en Playa Venao, bastante apartado del mundo civilizado. Un sitio muy apreciado por surferos ya que hay buenas las olas, me esperé algo así como Tarifa de jaleoso, pero para nada, todo muy tranquilo y amigable.
Ela y Lucas, amigos de Berlín estaban por allí, ya que la hermana de Ela vivía en el lugar, así queme dijeron de pasar el fin de año con ellos. Cuando llegué no los encontraban por todo el sitio, así que me fui a la playa y los encontré surfeando.
Bueno, justo cuando llegué Lucas tenía puestas una aletas y corría como un pato por el agua.
Y Ela danzaba con la tabla, que es lo suyo.
Y así en frío recibí mi primera clase de surf. Ya os digo que eso no es lo mio…
Prefiero poner la foto pre-entusiasmo, que el post-barriga raspada.
Eco Venao es un complejo ecológico al lado de la playa, con zona de acampada, pero también cuartos comunales, zonas de hamacas, cabañas muy románticas y basicamente un lugar para pasar largas temporadas de descanso de forma barata. Tiene su propio acceso a Playa Venao, con torres de caña y hamacas para relajarse frente al oceano.
En total pase como una semana, fin de año incluido en manga corta, toda una experiencia nueva para mi. De hecho aún no tengo la sensación de haber pasado de año, raro raro. Claro que también puede ser porque esa noche descubrí el ron «Abuelo», que me decía – Bebe, bebe.-. Y a la familia no se le puede decir que no, si te insisten de esa manera. 😉
Esos días me dediqué a levantarme temprano, a pasar largas mañanas en la terraza del Boboré, restaurante del lugar, disfrutando de la luz, de los colores y del sonido de los monos aulladores….
El primer dia que llegué y me senté a merendar algo en el Boboré, de pronto oí desde el bosque un aullido muy fuerte, que daba miedo y que hacía pensar que King King en persona aparecería, ya que sonaba como si estuviese justamente al lado. Un sonido colosal, gigante. Me quedé sin respiración. Cuando vine a ver que son los llamados «monos aulladores», bastante pequeños y de los que sale un sonido de simio de 50 metros.
Me terminaría acostumbrando a ese aullido, ya que nos despertaban cada mañana, la mejor hora para poder verlos entre los árboles.
Luces de la mañana.
Tendedero.
Y allí conocí gente maravillosa del planeta mundo, que como yo gustaban del viaje tranquilo, de saborear los pequeños momentos, de cocinar juntos, leer, siestear, surfear quien pueda y en general disfrutar de la vida viajera sin grandes sobresaltos ni stress.
Caroline, otro solete nórdico.
Caroline, Manu y Javi. The Beach Boys.
Gustav. ¿Como no adorarlo desde ya?
Y las gentes del lugar…

Miguel, encargado de mantenimiento. Siguiendo el prototipo del vestuario panameño: gorrito pintao sin pedrá, camisa de cuadros, pantalones con la caída justa sobre un modelo de bota, modelo que curiosamente ha estado muy de moda entre la «hipsterada» norteuropea masculina en los pasados inviernos. A Miguel le encantó posar. 🙂
Aldo, el superchef. Por suerte se encuentra en Barcelona actualmente, y así podremos disfrutar de sus exquisiteces cuando viajemos a la ciudad condal.
Edwin, el pizzero del Priti Pizza.
Carmina, la camarera de Boboré. Un terremoto, ¡un tsunami!
Diana, la cocinera. Me traía enamorá con su «sancocho».
Sancocho de la region de Los santos: gallina de patio, ñame, orégano y cilantro.
Entretanto me enteré que podía montar a caballo. Hacía años que no montaba por una cosa o por otra y me encanta. Como hacía mucho tiempo aun no me atrevía alquilar uno para pasear por mi cuenta, así que para ver como me sentía fuí con un lugareño a dar una vuelta por la montaña y luego bajar hasta la playa.
Al poco rato me aburrí un poco del caballo, era mayorcete, muy domado para seguir al caballo de delante sin hacer ni puñetero caso ni de tirones de riendas, ni azotes de ramitas en el lomo. Nada de nada. Así que me dediqué a disfrutar del paisaje.
Tendría que esperar a llegar a Boquete para lanzarme por mi cuenta y con un caballo que me encantó.
Aun así, no os voy a negar que cuando entré en la playa sentada en el trono volví a reconciliarme con el animal.
Una vez a la semana llegaba una furgoneta cargada de pescado fresco, y podías comprar allí mismo directamente. Una vez mas en estos actos, Panamá me recordaba mucho al sur de España, cuando yo era pequeña sobre todo.
Recuerdo que de pronto sonaba un claxon por las calles y en casa sabiamos perfectamente el camión de que cosa era: -Es el de los congelaos-., -El de las verduras-. Se vendía comida puerta puerta, de tu huerta a tus manos, de tu caña a tu boca.
Al final decidí ponerme en ruta de nuevo y fuí a Boquete, en la montaña. Tenía ganas de descansar de playa, que a también hace falta. Cuestión de profundidad y perspectiva. 😉
Parte de mi ruta de vuelta la hice junto a Manu, el panasuizo. Este es n tramo del camino al que le dedico una entrada aparte que se llama»Entremeses on the road».
– Siguiente parada Boquete I .
Datos de interés:
Llegada en Bus ( Desde San José de Costa Rica).
– San José_ David (8h,15$.
* Un aviso muy importante es que siempre que se tome un autobús de larga distancia en la carretera Panamericana, se lleve abrigo polar, manta o jersey de lana, ya que el aire acondicionado convierte los autobuses en cámaras frigoríficas de carnicería. Se sabe, se comenta, todo el mundo lo dice. Así que ahorrate la muerte por congelación en un país tropical, no es algo de lo que sentirse satisfecho. 🙂
– David_ Santiago (3,5h, 11 $)
* A partir de aquí las indicaciones son las mismas si vienes de Panama City.
– Santiago-Chitre (1.5 hr, $3)
– Chitre-Las Tablas (1 hr, $1.50)
– Las Tablas-Pedasi (45 mins, $2.40)
Alojamiento: Yo me quedé en Eco venao, donde tienes una oferta amplia: desde tiendas de campaña ( 6$), habitación comunal (10$), habitación privada (20$) y cabañitas a pie de rio, muy románticas por 40$.
Comida: Para el tema de la comida es importante organizarse. Eco venao es un sitio un tanto aislado, por lo que hay que ir a aprovisionarse a Pedasí para poder cocinar en la cocina comunitaria. Una vez a la semana viene una furgoneta con pescado y otro dia una con verduras y fruta. Allí tienen un restaurante que seguro no existe ya tal como lo conocía, con el nombre Boboré, pero seguro que lo ha sustituido otro en el que puedas comer.
Camarera de un bar en las Tablas.
Segundo intento de surfeo…pero tampoco esta vez….
Sonsoles Lozano.