El llamado Golden Circle o Circulo dorado en Islandia, es el «must» que todo turista cómodo hará con toda seguridad. También es el circuito que toda agencia de viajes os propondrán. Yo quise hacerlo por mi cuenta, pero como casi siempre, mi amiga la rebelde- esa entidad que habita dentro de mí, a la que no le gusta nada las convenciones y a la que tengo que dar de comer periodicamente porque sino la lía parda y le da por mostrarse irritante y estúpida con la gente a través de mí– terminó desviándome del camino «asfaltado» y llevándome a un lugar menos transitado. Si no la alimento, «la rebelde» se pone imposible. Debo decir que fue gracias a un tip de mi compañero de trabajo y chef Jorge que terminé bañándome en una piscina geotermal tras un trekking por las montañas de Hveragerdi. Gracias Jorge.
Como dormí en Keflavic y no en Reikjavic la noche anterior, pareció más acertado hacer el famoso círculo dorado islandés de manera inversa: comenzar por la zona de Selfoss y Hverdageri, en lugar de por el parque natural, Gullfoss y Þingvellir. Si estás en Reykjavic, que será lo más habitual si vienes de vacaciones, el sentido lógico será comenzar por Þingvellir.
Mientras me desvío de la ruta habitual, me encuentro cosas como esta en el camino.
Sucedaneo salvaje del famoso Blue Lagoon. ¿Algo que envidiar?
Una indicación directa para fans 🙂
Llegué a Hveragerði tras elegir carreteras secundarias que me llevaron por paisajes de costa poco transitados, pasando por el pueblo de Þorlákshöfn donde una bofetada de olor a pescado me pegó en la cara a la hora de bajar en la gasolinera a repostar combustible, hasta una hora de «monotonía de nieve tras los cristales». Al llegar a Hveragerði, me encaminé a la oficina de turismo a preguntar como llegar a las piscinas geotermales. La oficina está perfectamente señalizada y se encuentra a la entrada del pueblo, junto a la gasolinera, el supermercado y una tienda de perritos y helados buenísimos.
Allí me dieron un mapa muy mono con todo señalizado, varias piscinas eran accesibles en el mismo pueblo, pero me decanté por la menos transitada, en búsqueda de la mayor tranquilidad posible, la que exigía un pequeño trekking subiendo por las montañas. Empiezo a pillarle el rollo a los islandeses, no son puntuales y las medidas de tiempo son muy flexibles, me recordó al sur de donde vengo. Son andaluces con forro polar.
En Andalucía tenemos una medidad de tiempo para todo que se resume en «10 minutos, un cuarto hora». Todo se encuentra a 10 minutos o un cuarto hora- debe acompañarse de movimiento molinillo con la mano derecha y fruncimiento de labios-. En Islandia también es así, ellos son así también….poco rígidos. La subida a la poza de agua, era teoricamente de 1 hora según la informada señora del servicio de atención turística, pero al final resultó ser de casi dos. Todo bien,el paisaje es precioso y el tiempo es relativo. Ninguan queja, solo avisaos a los enamorados del reloj. Aquí mejor lo dejas en la mochila.
Aparqué el coche hasta donde me dejaba el camino, y comencé a subir.
La noche anterior había nevado a conciencia, la nieve estaba por estrenar, blandita y suave bajo mis botas. El sonido de la nieve recien nacida, chirriando, como quejosa de haber sido marcada en forma de huella me acompaña todo el trayecto, y la sensación de estar estrenando el mundo, me llena de una energía solo conocida cuando paseo por bellos paisajes. La nieve, con su blancura de folio en blanco, me invita a escribir mi propia historia. No hay nada comparable.
El camino está señalizado con unas barras amarillas que salen del suelo, pero en ciertos tramos agradecí las huellas de mis predecesores, ya que sino creo que me hubiese terminado perdiendo en mi propio embeleso, y es que la nieve era tanta que muchas de estas barras estaban completamente sepultadas. En un determinado punto me creí estar en el ascenso a un Everest ( por ejemplo), no por la dificultad, ni mucho menos, sino por la blancura de las montañas. Parecía realmente extraño que un lugar habitado, como es Hveragerdi, estuviese a menos de una hora caminando.
A la búsqueda del oasis caliente.
La tierra hervía bajo su superficie nevada- una perfecta canción de hielo y fuego-, enormes fumarolas de humo se levantaban surreales aquí y allí. Pensé que con razón muchas productoras de cine elegían Islandia como localizaciones para sus películas: Lord of the rings, Games of Thrones, NeverEnding Story (¿?)…¡Cuanto ahorro en máquinas de humo!. ¡Producción se frota las manos!. El olor a azufre impregna el ambiente y el «glu glu» del borboteo del agua me recuerda a ollas de puchero en la cocina de mi madre, pero a lo bestia. Me da hambre, y entonces recuerdo haber visto en un documental unos islandeses cocer huevos, sujetos en unas redecillas, en estas pozas calientes. No tengo huevos…solo un sandwich de jamón y queso, y mucho valor, eso sí!
Y por fin se llega a la zona donde transcurre un río a un temperatura humanamente aceptable- sobre los 39º-, y en los que está permitido el baño.
Escaleritas y palitroques para dejar la ropa.
Selportrait. A esto se le llama Vivir.
Luego llegaron unos ingleses indolentes y unos franceses ruidosos que hicieron..lo que hay que hacer: rebozarse como croquetas en la nieve , para posteriormente meterse de nuevo en la olla caliente, cual garbanzos. Se hace así.
[vimeo 123565636 w=500 h=281]
¿Cual es la sensación?. La de mi agujitas por el cuerpo durante unos breves segundos, para a continuación quedarte lacia como un latigo abandonado. Algunos lo llamarían orgasmo. 🙂
Si no hay imágenes de mí misma, es porque necesito un asistente en estos casos. La ropa, la cámara, el sandwich, el termo con café, y sobre todo el disfrute, ….todo a la vez..¡no se puede!. 😉
Datos de interés:
Como llegar: Desde Reykjavic en auto, tomas la carretera Nº1 directamente a Hveragerdi. Una vez alli, dirigirte a la oficina de turismo, junto a la entrada del pueblo y la gasolinera.
Desde Keflavic, tomé una ruta alternativa. Ruta nº43 a Grindavik. Carretera 427 hasta Þorlákshöfn. Finalmente la nº38 hasta Hveragerdi.