Sindromes viajeros _ La cara B de los viajes

 

Todo en la vida tiene su reverso, su cara B, su otro filo de la navaja, su ying, su yang; y los viajes, una forma de vida sublimada y #happy24hourspartypeople por bloggers, agencias de turismo y capitalismo en general, también lo tienen.  Te presento una pequeña recopilación de trastornos y síndromes viajeros, que pueden afectarte- o no- en tus viajes. Quizás ya notaste algunos síntomas, y ni sabías que estaba definido, y lo que es más importante, recién ahora descubres que ¡no estas sol@!.

Síndrome de Jerusalem

No es de extrañar que Jerusalem sea un lugar donde muchas pasiones y fanatismos mal gestionados se desaten. Punto de confluencia de las tres grandes religiones monoteistas y occidentales: cristianismo, judaismo e islamismo, Jerusalem es carne de cañón para todo tipo de psicosis y delirios.  Y así, no es difícil encontrar en nuestro viaje a tierra santa,  personas identificándose con personakes bíblicos: ahora te topas con un Moises, con el majete de Juan Bautista, y como no, el delirio máximo es creerse el mismo Jesucristo.  Esta identificación suele ir acompañada de prédicas públicas y plegarias con enfermos…vamos, el papelazo completo.

No es una psicosis cualquiera, es el «Síndrome de Jerusalem».  El primero en identificar clínicamente este síndrome fue el Dr. Yair Bar-El, ex director del hospital psiquiátrico de Kfar Shaúl.  Observó que afecta tanto a turistas emocionados, como algunos habitantes de la ciudad. Cada año, el Ministerio de Salud reportan unos 70 casos. En algunos casos, las alucinaciones son tan severas que se necesita la intervención de la Policía y de profesionales de la Salud Mental.
Casos populares, que saltaron a los medios en los últimos años, es el de la señora irlandesa que se dirigía al hospital predicando que iba a dar a luz a Jesús, sin un sólo síntoma de estar embarazada. Mi preferido es el canadiense que creyéndose Sanson, intentó romper el muro de las lamentaciones….a puñetazo limpio.

Sábanas de los hoteles, emulando túnicas, y sermones en el hall de muchos de ellos, no son casos aislados….

Mira, un Yises!

Sindrome de Florencia o de Stendhal

«Había llegado a ese punto de emoción en el que se encuentran las sensaciones celestes dadas por las Bellas Artes y los sentimientos apasionados. Saliendo de Santa Croce, me latía el corazón, la vida estaba agotada en mí, andaba con miedo a caerme».  Stendhal

Sin duda mi favorito y el que me hapasado 4 veces muy concretas de mi vida, aunque no estoy segura de que la primera cuente…

Resulta que cuando una persona es expuesta a obras de arte de gran belleza, a palacios, ruinas históricas o lugares en los cuales se hayan producido hechos muy importantes, puede darse una alteración de los sentidos que incluye: palpitaciones, vértigo, confusión, temblores, depresión , e incluso alucinaciones. Aunque se considera una enfermedad de tipo psicosomático, también ha pasado hasta nuestros días como una reacción «romántica» ante la exuberancia y la acumulación de belleza.

Fue la psiquiatra italiana Graziella Magherini, quien observando los casos de desvanecimiento de muchos turistas en Florencia, especialmente en la «Galleria degli Uffizi , comenzó a estudiarlos, y finalmente lo catalogó, efectivamente, como un síndrome.

Como decía al principio, no estoy segura que aquella vez que me caí al suelo con lagrimitas en los ojos en el Museo Van Gogh de A´dam, fuese por el Síndrome del señor Stendhal, o por el Hoffman-doble gota- que nos comimos antes de entrar. Sólo sé que las estrellas de la «Noche estrellada sobre el Ródano» pestañeaban tela.
La última vez fue en serio y por sirpresa, en mi tierra: Andalucía, al visitar la Mezquita de Córdoba. Al entrar a la sala de las columnas, se me pusieron los pelos de punta, y lo que más recuerdo es el temblorcito de mis piernas, y otra vez las lagrimitas en los ojos.  Me apoyé en una columna y no pude más que esperar que pasara aquel arrebato de sublimidad.  Y pasó, al rato.

Stendhal is real.

Síndrome de París

Paris sera toujours Paris. Qu’est-ce que tu veux qu’il fasse d’autre?”  Fréderic Dard.

«París siempre será París. ¿Qué otra cosa pretendes que sea?»

En 1986, el profesor japonés Hiroaki Ota, acuña este término, tras observar la cantidad de personas- especialmente niponas- que sufrían y sufren un trastorno psicológico al visitar la «ciudad del amor». Especialmente en Japón, la imágen de Paris ha sido idealizada por la publicidad hasta límites totalmente irreales . Este fuerte contraste entre sus expectativas y la realidad parisina- metrópoli moderna y bulliciosa con unos habitantes cuyo carácter puede ser rudo, a veces bastante grosero-  provocan cuadros de crisis nerviosa.

Este síndrome afecta a personas de muchas nacionalidades, pero en el caso de la población nipona, es tan acuciado y recurrente que la embajada japonesa en París, tiene una línea 24 horas para ayudar a los turistas que lo sufren.​ De acuerdo con un artículo de BBC, lo sufren unos 12 japoneses al año- no es un problema de salud mundial obviamente-.

La mayoría son mujeres alrededor de los 30 y que realizan su primer viaje al extranjero. Los educados turistas japoneses que llegan a la ciudad son incapaces de separar la visión idealizada de la ciudad, creada a partir de películas como Amelie, de la realidad multiétnica de la ciudad y del fuerte carácter de los franceses.

Hay un libro maravilloso de una bloggera argentina que amo: Anniko Villalba, y que justamente se llama así. Muy recomendable.

 

Sindrome de la India

En su desilusión, se asemeja bastante al Síndrome de París. Al igual que el primero, el visitante de la india empieza a notar un malestar por no encontrar en la India el misticismo esperado. Se encuentran en cambio con violencia y pobreza y no consiguen la serenidad que esperaban».  Este contraste entre espectativas y realidad,  genera una profunda angustia y a veces incluso hasta un comportamiento paranoico hacia la población local.  Entonces es cuando la gran mayoria de los niños de papá occidentales, se tiraban en masa de Delhi a Goa, a las «raves» en templos hindues esperando encontrar esa mística entre drogas, música «trace» y «acid colors», con el beneplácito de Shiva.

¿ Se nota que soy 90 a tope?. Nooooooo.

Ahora, estos mismos van a centros de yoga para guiris, donde suelen tener poco roce con la auténtica realidad del país, y están muy preocupad@s porque su «asana» se vea bien en instagram. El primer hastag siempre es #spirituallife, vaya a ser que no se entienda.

Los primeros afectad@s con el síndrome, buscaron vias de escape…

Raver en Goa.

Sindrome del eterno viajero.

Llegamos a mi síndrome crónico: el de no ser de aquí, ni de allí, el de sentirse parte y fuera de todo y de nada,  esa necesidad de estar constantemente en otros lugares. La sensación acuciante que no puedes ser féliz viviendo en un sólo lugar, no me quiero limitar tan sólo a lo conocido. Los alemanes tienen una palabra maravillosa que se refiere-ojo!- al «echar de menos aquel lugar donde aun NO se ha estado ni se conoce». Ojo.  Esa palabra es Fernweh. Estos alemanes y su lenguaje/bisturí, capaz de diseccionar hasta la más mínima sutileza del alma humana. Sublime.

Para mí, el mayor síndrome es el la Maldición del viaje…Viajad Viajad Malditos!

 

Sonsoles Lozano.

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