En el Lago Inle, este paisaje acuático en el corazón de Myanmar, todo sucede sobre el agua: se pesca, se rescata tierra para abonar, se planta, se recolecta, se reza, se lían cigarrillos en hojas de maíz, se compra, se vende, se transita, se cose, se come, se duerme, se ama. Se vive.
El lago es el territorio de los Intha, “los hijos del lago” y su modo de vida no ha variado prácticamente nada en los últimos siglos.
El cambio más importante, es sin duda, la llegada de extranjeros viajeros, fruto de la apertura del país al turismo hace apenas unos 15 años, cuando el NLD, partido que lidera la premio Nobel Aung San Suu Kyi, ganó las primeras elecciones democráticas, tras una feroz dictadura que tuvo Myanmar cerrada herméticamente durante 20 años.
Por lo demás, este lago de agua dulce, 500 km2 y 200 pequeñas poblaciones durmiendo en sus orillas -cuyas casas se elevan sobre el agua en arquitecturas de palafitos- siguen viendo al amanecer las mismas estampas de siglos atrás: los clásicos pescadores- objetos de deseo del fotógrafo viajero- ejerciendo la técnica tradicional de pesca, que consiste en remar con una pierna, y así dejar las manos libres para manejar las redes y la cesta a modo de cepo. Muchas veces golpean el agua con el remo, y no es por salpicar a lo loco, sino para asustar a los peces y que de esa manera huyan hacia donde ellos quieren: a la red.
Pescador tradicional del Lago Inle.
Trás tres días de trekking en Myanmar desde Kalaw por la Birmania más rural y auténtica, nos asentamos en Nyungshew, lugar que a mí personalmente me encantó. Este nucleo de población es el mayor de todo el lago, y donde encontramos la mayoría de servicios: alojamiento, mercado central, mercado nocturno gastronómico, alquiler de bicicletas, restaurantes, tiendas, alquiler de barcas, Oficina de turismo, etc… Me senti como en un lugar familiar y acogedor inmediatamente. De hecho, decidimos alargar nuestra estancia aquí dos días más de lo normal. Tanto Nats como yo, hace rato que no nos ansiamos en los viajes, que nos dejamos más por el sentir que por lo que «hay que ver». Posiblemente podríamos haber aprovechado para «ver» más cosas, esas que «hay que tachar de la lista», pero creo que, tras muchos viajes a nuestras espaldas juntas y por separado, Nats y yo estamos de acuerdo en que no se trata de eso. Viajar es otra cosa, al menos para mí.
Así que poniendo-inconscientemente- en práctica los principios del «slow travel», nos asentamos en Nyungshew sin ningún remordimiento, ni ninguna prisa. En esos días, además del tradicional día a bordo de una barca recorriendo el lago, me deleité en su mercado central-mil veces mejor que ninguno que pudiese encontrar posteriormente en Rangún. De hecho, a pesar del rollo de tener que cargar con más peso en nuestras mochilas, si vaís camino de Rangún, recomiendo hacer vuestras compras en este mercado de Nyungshew. Siempre y cuando vuestras compras sean del mismo agrado que las mías, es decir: especias de las montañitas del suelo, té directamente de los secaderos, una nuez de areca-usada para el betel- de recuerdo, frutos secos recien sacados de sus vainas, trozos de piedras preciosas en bruto y sin pulir, menaje tradicional de cocina- un cuchillo específico para abrir y cortar cada fruta-,etc… El Mercado nocturno, con sus puestos humeantes de comida, es otra fiesta para los sentidos. Desde los clásicos curry, al pescado fresco cogido ese mismo día en el Lago, y toda esa parafernalia de colores estridentes, ensartada en forma de brocheta de «cosas» que no se sabe muy bien qué és. Pero, para haceos una idea, es tipo la masa de nuestros «palitos de cangrejo» en todas sus formas y colores posibles. Mucha gente se quejará de la proliferación de hostels, restaurantes, biocafeterías, y cocketplaces, muy enfocados al turismo más facilon y occidental. A mí personalmente, no me parece mal que se intercale, junto a los cafés más tradicionales, lugares más «modernitos».
Mercado de Nyaungshwe
Mandé un sobre con una postal y un chili. No tenía ninguna fé en que llegara-mira ese buzón por favor!-, pero llegó.
Tradicionalmente en Myanmar, junto al plato principal y a modo de entrante, se llena la mesa de una gran cantidad de platitos tipo aperitivos.
Este es mi restaurante favorito, del que no recuerdo el nombre. Está en la calle, en la esquina del mercado, frente a otro restaurante muy aparatoso de sillas rosas.
El fish-curry es el mejor guisado que he probado desde hace mucho tiempo.
El matrimonio que hace tortitas de arroz tostado.
Las chicas del tomate.
El segundo día, lo dedicamos al completo a recorrer el lago, sentadas como reinas, en una barca para nosotras solas. Por 15.000 kyats (unos 10€), tomamos una barca durante todo el día que nos llevó a los principales lugares de interés alrededor del lago. Una oficina de turismo- que no parece serlo- en Nyaungshwe, dá buena y sonriente información sobre precios y actividades. También se puede tratar el precio y plan directamente en los embarcaderos, o simplemente salir a la calle y dejar que te asalten los barqueros y te ofrezcan su “mercancía”.
¿Que ver en el Lago Inle?
Un mercado flotante
Este mercado sobre barcas, cambia de localización según el día de la semana, es una de las paradas que más éxito tiene, así como los lugares de artesanía local. Lo suyo es informarse bien donde excatamente estará ubicado el mercado cada día de la semana, y aprovecharlo los días de vuestra estancia en el Lago Inle. Debo decir, que de absolutamente todo mi viaje a Birmania, este es el único lugar donde noté, lo que llamo la «picaresca con el turista». Esa ansiedad que anticipa a una posible venta, esa especia de desesperación por captar tu atención, y en definitiva, todo eso que se nota practicamente en cualquier viaje en este planeta capitalizado.
Birmania es relajado, con una inocencia que desmonta y una falta evidente del desarrollo de esta «picaresca», por lo que me chocó esté asalto de manos, precios y búsqueda. Nada comparable a un Thailandia o un Marruecos, pero ahí estaba…comenzando…
Aprendimos sobre la producción de textil visitando telares donde se explica la manufactura del algodón y la seda, así como la forma de colorear las telas con tintes naturales.
Fábrica de tabaco
En esta pequeña “fábrica” sobre palafitos en el agua, se lían los cigarros tradicionales birmanos (cheroot), en un ritual arcaico pero rápido. Se lía un 40% de tabaco, mezclado con una pizca de anís, hierbas y miel en una hoja de cheroot, que es de donde toma el nombre.

Jardines flotantes
“ Yo he visto cosas que jamás creeríais…tomates y calabacines creciendo en el agua más allá de las pagodas….”
Poco imaginaron los Intha, que tanto llamaría la atención su costumbre de plantar y cosechar directamente sobre el agua. Estos jardines flotantes– sostenidos por cañas de bambú ancladas en el fondo del lago- es uno de los puntos más interesantes que se pueden visitar en un día de navegación. Navegar entre estos canales cultivados, el ruído del motor zumbando como un insecto monótono, el frescor de las plantaciones, y el siempre bienvenido “mingalabar”, es una de las sensaciones más placenteras que se puedan sentir en el mundo, sobre todo para espíritus exploradores.
Todo ese vergel, a lado y lado, son huertos flotantes.
Mujeres jirafa
Nos ofrecieron ir a visitar a las mujeres Padaung, también conocidas como “mujeres jirafa”, un apelativo que ellas odian particularmente. Cada vez, un turismo más concienciado, rechaza esta visita ya que claramente estas mujeres son expuestas al extranjero como si de un circo de freaks se trataran, y claramente son objeto de explotación turística. Propusimos, tras explicar detallada y contundentemente nuestros motivos, tanto en la oficina de turismo como al barquero, cambiar esta parada y sustituirla por otra que no colabore a estas malas prácticas. Espero no haber sido la única de decir lo que muchos pensamos, y que comiencen a erradicar esta visita de sus planes.
Es una de esas situaciones en las que toca posicionarse, y colaborar-en la medida de lo posible- a luchar contra estas malas prácticas. No colaboreis con este tipo de explotación humana.
Así, que cambiamos esto por el venerado…
Complejo religioso de Inn Thein.
La densa maleza flanquea este paseo de unos 8 km por el arroyo Inn Thein, que se desvía desde el grueso del lago. Por momentos no se sabe si nos encontramos en Birmania o en el corazón de la selva peruana. De pronto, tras esa falsa calma surge un ensanche del canal sobre el que cruza un puente con camiones, cestos gigantes, monjes con gafas opacas y todo un pueblo que pasea la vida por ese enlace que conecta el pueblo con el complejo religioso. Me hacen pagar una pequeña tasa por cámara de fotos y video, unos 500 kyats ( 25 ct), un particular pase de prensa.
Por los canales, camino de Inn Thein
Este mar de pagodas, donaciones de personas de todo el mundo, se dividen en dos complejos diferentes: Nyaung Ohak y Shwe Inn Thein. Uno de los complejos son pagodas de los siglos XVII y XVIII. En el otro, más cercano al pueblo, las tallas son de estuco adornadas con animales míticos, deva (seres celestiales) y Chinthe (leones míticos). Una fiesta permanente de altares con ofrendas de piñas y cocacolas, luces de neón alrededor de las nobles cabezas de Siddharta, cuerpos apretados en el suelo compartiendo la comida, ollas humeantes, abuelas fumando grandes puros verdes, vendedoras de helados y multitud de niños alborotando. Este es el ambiente de lo que se vive en los laterales de la escalera central que lleva hasta el santuario sobre la colina. Casi merece más este espectáculo humano y cotidiano, que el monasterio en sí mismo.
Pasillo central larguísimo por el que se accede a la parte alta del templo.
Teenagers are teenagers…everywhere.
Buda procrastina, ergo Buda mola.
La abuela fuma, la abuela bebe….
Llévame contigo.
Nga Phe Kyaung, monasterio de los gatos saltarines.
Recibe su nombre porque los monjes que allí viven, han adiestrado a una colonia de gatos para realizar “cuquimonas” saltando por un aro, pero lo cierto es que es más que posible que al visitarlo tanto los monjes como los gatos se encuentren descansando….espanzurraos, tumbados,…vagos!
No saltan, pero acompañan a las ofrendas.
Aún sin gatos, hay que destacar el valor estético de este templo por su construcción sobre pilares de madera y por su gran colección de budas de diferentes épocas. me llama la atención el «barroquismo asiático» que puedes encontrar en estos lugares. Desde las esculturas de Buda- que para eso es un templo-, sus cajitas de donaciones- qué el budismo mola pero que como todas también quiere «trincar»-, junto a esas ofrendas de galletas y fantas de naranja, varias fotos de «la dama» que está en todos sitios, y hasta las imágenes desgastadas, colgadas con chinchetas en una columna del templo, del shooting de moda que Louis Vuitton disparó en el lago…Un batiburrillo fascinante.
La Dama junto a un colador.
Campaña de Louis Vuitton en el Lago Inle
A la vuelta, cargando con el cansancio tan particular que viene de la satisfacción de un día bien aprovechado y del traqueteo constante de mi trono sobre la barca, quise retener en mi memoria las últimas imágenes de este lugar único: la inmensidad del lago explayándose a lado y lado, la escultura del buda flotante rodeado de barcas que paran a donarles sus ofrendas, los últimos pescadores del día, cuyas siluetas en equilibrio sobre la barca de pesca parece una postal onírica, las barcas cargadas de locales sentados en el suelo resguardandose del agua que salpica con paraguas de colores y otra con un único monje como pasajero. En definitiva, guardarme en el corazón un cachito del buen sabor que deja sentirse una “hija del lago” por unos días.
Cómo llegar al Lago Inle:
En autobús desde Yangon y Mandalay hasta Kalaw. Tardan alrededor de 12 horas y suele costar- depende el nivel del bus- entre 4 y 8 €.
Desde Bagán, son unas 5 horas.
Si vas holgado de presupuesto y corto de tiempo, puedes tomar un avión de Yagon a Heho (que está a 30 kilómetros de Kalaw), por unos 120 €.
Dónde alojarse en el Lago Inle
Normalmente se toma alojamiento en la población de Nyungshew, a la que se llega directamente en barca, por un canal que comunica el lago con su “casco urbano”. Tienes alojamientos de todos los precios y variado a placer. Otra opción es quedarse en uno de los resorts que se encuentran directamente a pie de lago.