Hoy en la caja de las fotos, guardiana de recuerdos y nevera de la memoria, encuentro estas de una excursión a la . Hace ya unos 13 años tuve la oportunidad de recorrer esta la provincia española, esa gran desconocida. Soria es como Cuenca, Albacete, Teruel…siempre hemos sabido que estaban allí pero pocas personas se interesaban por ellas, nunca tuvieron el caché de una Barcelona, Sevilla, Bilbao. Por que? Por pura falta de interés, por no haber aprendido a saber encontrar la belleza, por falta de promoción, porque Machado no permite desde donde esté que se descubra su poesía…no sé. Y no lo sé, porque esta provincia es belleza. Hoy os enseño la Laguna Negra, pero recuerdo el cañón del río Lobos y pueblos como Medinaceli, sacados del cuento del tiempo. Muy recomendable.
La Laguna Negra pertenece a la Sierra de los Picos de Urbión, y su origen es glaciar, esta encajada a unos 2.000mt de altura, y se le ha dado en llamar «abrevadero de lobos» Dentro del mismo parque natural podemos encontrar otras dos lagunas: La laguna helada y la laguna larga. Allí toda la vegetación es más propia del norte de Europa que de nuestra península. De hecho recuerdo caminar un trecho por un paisaje túndrico muy parecido a algunos lugares que he visitado en Islandia recientemente: musgo cubriendo las piedras que encaminan pequeños riachuelos.
Gracias al libro de Antonio Machado: «La tierra de Alvargonzález», se extiende la leyenda que dice que la laguna negra no tiene fondo, que comunica con el mar a través de cuevas subterráneas, y que en su fondo sinfondo vive una criatura que devora todo lo que cae a sus aguas. Quizá sea el hombre asesinado allí en la novela: el padre de los hermanos Alvargonzalez.
«Llegaron los asesinos
hasta la Laguna Negra,
agua transparente y muda
que enorme muro de piedra,
donde los buitres anidan
y el eco duerme, rodea;
agua clara donde beben
las águilas de la sierra,
donde el jabalí del monte
y el ciervo y el corzo abrevan;
agua pura y silenciosa
que copia cosas eternas;
agua impasible que guarda
en su seno las estrellas.»
Me sucedió algo muy curioso allí. Al atardecer, tras estar leyendo y conversando, me amodorré sobre una gran piedra que se encuentra a pie del agua. Lo curioso es que me quedé completamente dormida y cuando abrí los ojos ya era de noche. Todo estaba oscuro a mi alrededor y a mis pies se extendía, inquietante, un negro absoluto. Un vacío en forma de oscuridad total. Mis amigos estaban en el refugio que hay allí, y en el que decidimos pernoctar aquella noche. Aun extrañada por haberme quedado dormida tan profundamente sobre aquella piedra dura, me encaminé al calor de la chimenea del refugio, rodeada de una sensación fuera de la común en forma de energía. No soy fácil para quedarme dormida en lugares así, tiendo a notar cada arruga del suelo en mi piel o cada grano de arena de la playa que me pica en el codo. Llámame tiquismiquis, pero soy de la opinión que como se duerme sobre blandito no se duerme en ningún sitio…a pesar de que me encante dormir en el campo, o en una tienda de campaña, pero no quita que me cueste pillar en sueño. Allí pasó algo, no se que es, ni malo ni bueno, tan sólo pasó algo. Podríamos hablar de energía, casualidad o simple cansancio. Lo cierto es que La Laguna negra es uno de los lugares más especiales en los que he estado y me he sentido nunca. Inquietud si, pero también profundidad, una sensación que dejó una fuerte impronta en mi ser hasta el día de hoy.
Soria merece ser descubierta. Eso si, siempre con respeto por el medio ambiente.
Para indicaos como llegar, creo que lo mejor es que pulséis en este enlace de la oficina de turismo de Soria, ya que las instrucciones son muy precisas 😉
Buenos días, buenas tardes, buenas noches.
Viajad Viajad malditos.
Sonsoles Lozano.